Consideraciones previas

La utilización masiva de la red afecta actualmente a todos los servicios de nuestra sociedad: bibliotecas, bancos de datos, sanidad, educación, televisión, software, servicios públicos, y a todo tipo de usuarios: científicos, escritores, educadores, profesionales y estudiantes. Por ello, el mundo educativo no sólo no puede permanecer ajeno a este hecho, sino que debe sentirse protagonista y líder en la aplicación de estas tecnologías.

Una herramienta que está alcanzando protagonismo en la Escuela es la PDI.

Cada día son más los centros educativos que la incorporan a sus aulas y esto supone al profesorado la necesidad de un aprendizaje para conocer su funcionamiento, pero sobre todo un cambio en la metodología de la clase.

La introducción de la PDI en el aula nos debe servir para romper con la clase magistral tradicional y pensar en las posibilidades tan abiertas que ofrece, que permite la participación, no solo durante la clase, sino con otros grupos, y en otros momentos. Aunque pueda utilizarse como una pizarra tradicional debemos pensar en las posibilidades de interactividad que presenta y la salida al mundo que nos ofrece. Lejos de realizar unas presentaciones llenas de animaciones y colores llamativos debemos siempre pensar en los contenidos educativos de cada una de las páginas, que permitan que el alumno/a, verdadero protagonista del aprendizaje, pueda interactuar y realizar las diferentes actividades propuestas.

Aunque a través de una PDI podemos utilizar cualquier programa instalado en nuestro ordenador, hemos de reconocer que no todos estos programas aprovechan su potencial o puede que estén más indicados para un uso individual por parte del alumno/a que para una actividad grupal. A la hora de afrontar una formación que tenga por objeto el uso de las Tecnologías de la Comunicación y la Información (TIC), lo primero que deberíamos hacer sería recordar, aunque fuera adaptada, aquella reflexión de Ortega y Gasset; siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas.

Tal vez debería quedar de la siguiente forma: duda de todo aquello que aprendas sobre tecnología en el aula, en un primer momento; reflexiona a posteriori y luego aplícala a tu contexto.

De la teoría a la realidad hay un largo trecho. Si hoy en día alguien quiere conocer una herramienta determinada, pongamos una Pizarra Digital Interactiva, y simplemente quiere aprender su funcionamiento, da igual el tipo de curso que haga. Lo mismo será que en el curso haya docentes, directivos de fábricas de coches o representantes de bebidas refrescantes. Los conocimientos técnicos serán los mismos y la herramienta idéntica.

Sin duda, el gran salto, la diferencia abismal, se produce a la hora de la utilización en el lugar de trabajo de cada uno. Ahí empieza la verdadera labor del especialista, es ahí donde, una vez terminada la sesión técnica correspondiente, comienza el ¿y ahora qué?, ¿cómo uso esta herramienta en mi centro, en mi aula y con mis alumnos y alumnas? ¿De qué me sirve el tiempo invertido en mi formación? El ordenador, la pizarra, el vídeo proyector, los punteros y otros elementos, serán los mismos para esos directivos de empresas o para esos representantes de bebidas, que antes citábamos, sin embargo, cuando un docente llegue a su aula, cuando reflexione de vuelta a su casa o cuando necesite usar y aplicar los conocimientos técnicos adquiridos, de forma contextualizada, será donde se marque la gran diferencia.

Por un lado serán los objetivos que buscamos con su aplicación, por otro el público o el auditorio al que nos dirigimos y por último cómo involucrar a ese auditorio en nuestro trabajo; lo que queremos promover y despertar en él y por supuesto los resultados a obtener, dentro de un proceso largo y trabajado, que necesita una importante planificación, un cambio de mentalidad y que cada uno de los protagonistas ponga mucho de su parte.

Han sido muchos los cambios y la evolución que se ha producido en las aulas en un cortísimo espacio de tiempo. Ni tan siquiera podemos remontarnos a la anécdota de Papert, cuando nos hablaba de aquel maestro y cirujano que en el siglo XIX fueron congelados y devueltos a su realidad, pasado el siglo XX, con la lógica desorientación producida en uno (el médico evidentemente) y que no tenía igual repercusión en el otro (hoy sí se produciría esta confusión en algunas aulas). Por lo tanto ya ni las historias que hace dos días contábamos tendrían vigencia en muchos contextos, debido al rápido cambio que se produce. De un día para otro las pizarras tradicionales desaparecen, el aspecto de un aula cambia en un giro de 180º y el docente no puede permanecer estático ante estas situaciones. Pizarras Digitales Interactivas, redes WIFI, Internet, ordenadores portátiles, sistemas de votación… hay que conocerlos, tenemos que estar actualizados y lo más importante, tenemos la obligación de saber aplicarlos en nuestro trabajo diario.