3.2. Altavoces

Los altavoces son la "voz" de nuestro ordenador. El resultado del proceso de grabación y de edición del sonido saldrá al exterior a través de los altavoces (o de los auriculares, que no dejan de ser otro tipo de altavoces). Se convierten así en un elemento indispensable de lo que se denomina monitorización. Por eso, una de las exigencias más importantes para unos altavoces (o monitores) de estudio es que ofrezcan una respuesta plana. Es decir, que el sonido, que se reproduzca a través de ellos, sea lo más fiel posible al sonido grabado en el disco duro del ordenador. Si por el contrario los altavoces empleados para monitorizar "colorean el sonido", reforzando o atenuando determinadas frecuencias, esto podría influirnos a la hora de tomar decisiones durante los procesos de edición del sonido. Y, lógicamente, cuando los sonidos editados en esas condiciones se reproduzcan en equipos, que no aporten esa misma "coloración" al sonido, pueden evidenciar carencias que nos habrían pasado desapercibidas.

Los altavoces de estudio tienen muy en cuenta estas cuestiones. Muchos suelen ser amplificados, es decir, no necesitan un amplificador específico. Pero, evidentemente, su precio está muy por encima de los altavoces que se venden para ordenadores, aunque estos sean de buena calidad. Aunque hay que ser conscientes de que los sistemas de altavoces para ordenadores colorean bastante el sonido y tampoco son los más ideales.

Hoy en día, en muchos hogares están presentes sistemas de sonido envolvente (los sistemas surround también conocidos como Home Theater, en su versión doméstica) con numerosos altavoces y un subwoofer que se encarga de los sonidos más graves. Un sistema 5.1 se compondría de 5 satélites y 1 subwoofer (existen numerosas combinaciones: 2.1, 4.1, 5.1, 6.1 y 7.1).

De todos modos, en un modesto estudio de sonido personal, puede ser una opción interesante el conectar la salida de audio de la tarjeta de sonido a una entrada auxiliar de un equipo de música HI-FI. Pero eso no significa que sea el sistema ideal para monitorizar porque falsea la realidad del sonido reproducido. Cuando queramos monitorizar, convendrá poner todos los controles del ecualizador a cero y desactivar cualquier efecto o recreación de ambiente, que afecte a la señal audio de salida.

Los auriculares pueden ser de gran utilidad para, por ejemplo, escuchar una o varias pistas ya grabadas, mientras se está grabando otra pista a través de un micrófono. Así evitamos los efectos de acoplamiento, que se producirían cuando el sistema recibe de nuevo la misma señal que está emitiendo.

El acoplamiento acústico o efecto Larsen. Cuando la colocación de micrófonos y altavoces se realiza de modo que el sonido, que sale por los altavoces, pueda volver a entrar por los micrófonos, se produce una realimentación acústica. La consecuencia es un irritante pitido que no cesa, hasta que impedimos esa realimentación y que se conoce como acoplamiento acústico o efecto Larsen. Ese es el motivo por el que tantas veces hemos oído en la televisión pedir, al que interviene en directo a través del teléfono, que baje el volumen del televisor o que lo apague (si el sonido del televisor es captado por el auricular del teléfono, se produce el acoplamiento).